Me sigue sorprendiendo, en ocasiones, el comentario de algún candidato, sobre cómo le hemos tratado, frente a otras experiencias que ha podido tener a lo largo de su historia laboral, se vuelcan en elogios hacia nosotros, por la educación y el esmero con el que hemos mantenido la comunicación durante días.
Es obvio que nosotros no hacemos nada especial, mas allá de dirigirnos al candidato o candidata educadamente, conversar con él cuestiones acerca de su formación, su experiencia laboral, su visión del momento, conocer cómo ha resuelto algunos retos profesionales, etc.
Tratamos la entrevista más como una conversación que como un “cuestionario”, nos interesa la persona, el cómo se desenvuelve en lo que va a ser un espacio normal de trabajo.
En el equipo de trabajo, estamos contra esas entrevistas que pretenden poner al candidato o candidata “contra las cuerdas”.
Pensemos que cuando un candidato llega a una entrevista de selección, se encuentra en una situación singular, en la que se ve evaluado por un conjunto de personas, habitualmente desconocidas, y sin ningún respaldo, está solo. Esta situación no se le va a dar en una reunión de trabajo, cuando esté al frente de alguna responsabilidad, porque siempre contará con la empresa y su equipo humano como respaldo. Ya es, por lo tanto, una situación suficientemente estresante, como para cargar el momento de la entrevista de otras connotaciones de presión que, incluso, pueden ser “violentas”.
En cierta ocasión, trabajando para un proceso de selección de un laboratorio farmacéutico internacional, en Madrid, presentábamos unos candidatos a un puesto y nos encontramos con que el laboratorio había traído a un psicólogo que, lo primero que hizo fue llamar mentiroso al primer candidato. Lo hizo de forma violenta y desagradable. El candidato no daba crédito a cómo estaba siendo tratado, se reafirmó en sus comentarios y yo tuve que pedir que se terminara en ese momento la entrevista. Tras pedir explicaciones, me comentaron que había que poner a los candidatos en situación de crisis y tensión, así que me despedí en ese momento, indicando a todos los candidatos que posteriormente debían asistir a la entrevista, que ésta se había anulado. No creo que para conocer a los candidatos haya que humillarlos ni atentar contra su dignidad, en una situación en la que están en franca inferioridad.
Desde esta Dirección de Recursos Humanos nos gusta dar valor a cualquier persona que tiene la generosidad de asistir a una entrevista para que la conozcamos y, aunque no corresponda al perfil que estamos buscando, se lo expliquemos con las mejores formas posibles.
Cualquier candidato que se acerca a la empresa puede ser un futuro cliente, un futuro proveedor, o un futuro colaborador. Mi deseo es que salgan de la empresa hablando bien de ella, aunque el resultado del proceso no haya sido su contratación.
Recuerda siempre, en las entrevistas con candidatos, que éstos son personas y pregúntate cómo te gustaría que a ti te trataran en esos casos.