Desde la Dirección de Recursos Humanos, vivimos, en ocasiones, el encuentro con profesionales que están ejerciendo de “Freelance o autónomo” y que quieren entrar en algún proceso de selección, porque les atrae el puesto.
¿Freelance o autónomo? Pros y contras.
Desde la Dirección de Recursos Humanos, vivimos, en ocasiones, el encuentro con profesionales que están ejerciendo de “Freelance o autónomo” y que quieren entrar en algún proceso de selección, porque les atrae el puesto.
Nuestro día a día como Dirección de Recursos Humanos
He de aclarar que, desde la posición del Departamento, vemos al candidato que ejerce como “Freelance o autónomo”, con tanta seguridad en su futuro, como la que puede tener una persona de la plantilla. Al final, el miembro de la plantilla de una empresa, está sujeto al devenir de la empresa, mientras el “Freelance”, es un señor cuya estabilidad depende mucho de su acción, de su esfuerzo diario y de su posición ante el mercado. ¿Qué ofrece más estabilidad? ¿Dónde está el profesional más “en la cuerda floja”?
El encuentro con estos profesionales independientes, autónomos o “libres”, como los queramos llamar, suele estar lleno de matices, pues, en su desarrollo laboral, han tenido que adoptar múltiples roles a diario, por ello son tremendamente atractivos desde el punto de vista del seleccionador. Tienen, habitualmente, que superar retos directamente relacionados con la técnica que venden, pero también con su posición comercial ante el cliente. Por ejemplo, un consultor financiero debe superar las expectativas que se tienen de él en esta materia, pero también debe atraer comercialmente al cliente, generar un ambiente de confianza, trasladar esa misma confianza a todo el entorno cercano del empresario, etc. etc.
¿Cambiar de ser autónomo a contratado es un salto al vacío?
Igual que para un empleado normal y corriente, resultaría un salto de vértigo, pasar a ser “Freelance o autónomo”, para el Freelance es un auténtico reto, volver a ponerse el traje de empleado en plantilla, un paso también lleno de vértigo.
Es por esto que, en los procesos de selección, solemos hablar con ellos, de admitir la disciplina de la empresa, de entender que la flexibilidad horaria es, habitualmente, menor que la que habitualmente tienen en su día a día, hablamos de la necesidad de reportar a sus superiores, según se indique en los procedimientos de trabajo, etc. etc., es decir, muchos puntos que, cuando llegan a la entrevista, se dan cuenta de que son ventajas que tiene el ser “Freelance”.
Algunos “pros”
Contra todo esto, la empresa les ofrece un salario claro y puntual, una estabilidad en el tiempo, formar parte de un equipo consolidado normalmente, contar con medios materiales de la empresa y, sobre todo, en la ejecución del trabajo, no estar solo, saber que “vamos todos a una”.
En alguna ocasión, me ha costado o, incluso, me ha resultado imposible, atraer a este capital humano, porque la balanza se desequilibraba cada vez que el “Freelance o autónomo” reflexionaba sobre lo que dejaba atrás, porque su trabajo como Freelance, a pesar de las incertidumbres, suponía a la vez la recogida de muchas satisfacciones en primera persona.
Hago hoy esta reflexión porque estamos atendiendo dos procesos en los que, parte de los candidatos que nos llegan, vienen del ejercicio profesional por su cuenta, no sujetos a un contrato laboral con una empresa. Así que estoy en esa “lucha” de atracción, de ese talento y, a la vez, estoy en el ejercicio, de convencer de que somos la mejor opción, como empresa, que puede tener delante para su futuro.
¿Tú qué opinas? ¿Has estado en alguna de estas situaciones? ¿Has sido o eres Freelance o autónomo y te cambiarías?
Si tienes un minuto, me gustaría que compartieras tus impresiones con nosotros.
Como siempre, servidor de ustedes… Sergio Morales Parra